Mapocho 42K: el proyecto UC que recibió el Premio Academia en la XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo

2 de Noviembre 2017

En 2009, en medio de un seminario de pregrado, específicamente en una asignatura de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, que conducía la profesora Sandra Iturriaga, comenzó a fraguarse el proyecto que hoy se conoce como Mapocho 42K, iniciativa que recientemente recibió el Premio Academia que este año otorgó el comité organizador de la Bienal de Arquitectura y Urbanismo.

El proyecto tiene la misión de recuperar la potencialidad que tienen ambas riberas del río Mapocho, para conformar un espacio público de escala metropolitana (un eje verde de 42 kilómetros de extensión) y constituirlo como una gran columna vertebral en el sentido Oriente-Poniente. Esto, con el objetivo de conectar geográfica y socialmente la ciudad de Santiago, a lo largo de 11 comunas, desde Lo Barnechea hasta Pudahuel.


“Recuerdo que dimos un curso en el segundo semestre de 2009 con el arquitecto Mario Pérez de Arce, y nos basamos en una propuesta que él venía trabajando hace algunos años respecto de la importancia que el río Mapocho tiene en la ciudad. Así, con 12 estudiantes, terminamos formulando un plano que luego editamos para darle una formulación más acabada de lo que podría ser un proyecto para las riberas del río Mapocho, lo que nos llevó alrededor de un año más”, relata Sandra Iturriaga, Arquitecta de la Universidad Católica a cargo del Mapocho 42K – Lab, proyecto académico perteneciente a la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos UC que conduce la iniciativa.


Entrado ya el 2010, Iturriaga y su equipo montaron una exposición invitando a algunos alcaldes y funcionarios municipales de las comunas involucradas para mostrarles el plan y la proyección de la obra. Esta iniciativa permitió consolidar el proyecto en su escala urbana mayor, de carácter metropolitano, poniendo en valor el río y su vinculación con la ciudad. Con ello también se relevó la necesidad de conectar diversos parques y áreas verdes en un eje verde, que aportara a la movilidad y al esparcimiento en la capital.


Una ayuda que para nosotros fue fundamental fue el apoyo del Rector Ignacio Sánchez, quien se la jugó por esta iniciativa, porque apostó por la vocación pública de este proyecto, y con su impulso y sus gestiones pudimos postularlo a la Comisión Bicentenario, donde fue aceptado y terminó siendo parte de una iniciativa integral, formando parte de un convenio con el compromiso de los municipios, el financiamiento de los diseños por parte de la Fundación San Carlos, el aporte financiero del Ministerio de Vivienda y Urbanismo y la Universidad Católica a través del Mapocho 42K – Lab”, comenta Iturriaga.


La docente agregó, además, que “el proyecto se robusteció y adquirió una fuerte vocación pública e integradora respecto del territorio, siendo declarado oficialmente en 2012 como Proyecto Bicentenario, y reunimos un equipo profesional para llevar a cabo el proyecto, primero como un plan estratégico y luego con ingeniería de detalles y proyectos específicos para cada comuna”.


El trabajo intersectorial dio frutos y se transformó en un círculo virtuoso que ha permitido su materialización. “Todos los actores involucrados fueron dándose cuenta que sus predios y los trazos de la ciudad que correspondían a cada comuna funcionaban mejor como la suma de todos, más allá del interés particular de un municipio u otro, asumiendo que el proyecto era ejecutable siempre desde una mirada colectiva y con visión de ciudad”, advirtió Iturriaga.


El proyecto Mapocho 42K se consolida, además, como un ícono contemporáneo de las intervenciones urbanas a escala metropolitana, que tiene la virtud de aunar visiones de distintos servicios (Ministerios sectoriales y municipios), en torno a una iniciativa de escala urbana mayor, diseñada y pensada por actores diversos para el uso y servicio de todos.


“Por la experiencia con este proyecto, creo que hoy es necesario una gobernanza más ordenada para Santiago, para regular temas muy importantes como la movilidad o la política de suelos, sin embargo, también creo que no podemos esperar hasta que todo ello esté implementado para dar pasos como éste. El bien común, en este caso, permitió la asociatividad entre la Universidad, los municipios, el Gobierno y los Ministerios sectoriales en torno a un bien mayor, y creo que finalmente un insumo muy relevante para este tipo de iniciativas es la voluntad de los actores involucrados”, sostuvo Iturriaga.
El proyecto ha sido concebido desde su origen como un sistema integrado de vías verdes, para integrar el territorio, no solamente para resolver temas de movilidad, sino también para poner en valor el territorio a través de la movilidad.


“Este corredor permite conectar también todos los parques y espacios verdes existentes o potenciales a lo largo del borde río, relacionándolos con otros parques o cerros cercanos en una continuidad ambiental y ecológica. Es así que a partir de la consolidación de Mapocho 42K, se consigue integrar al Sistema de Parques ribereños, algunos importantes parques adyacentes como el parque Bustamante, el parque Metropolitano o las riberas del Canal San Carlos, al modo de un Sistema de Parques Integrados que conecta espacios públicos vinculados al espacio del agua, permitiendo consolidar con ello una matriz geográfica y ecológica para Santiago, como principal componente de su desarrollo urbano”, explica la descripción original del proyecto.


A casi 10 años de su formulación incial, ha adquirido una relevancia disciplinar tal que le ha permitido recibir el Premio Academia en la Bienal que actualmente se desarrolla en el Parque Cultural Valparaíso, titulada “Diálogos Impostergables”. En este contexto, Sandra Iturriaga también participó en una de las actividades de la jornada inaugural, específicamente en la mesa “Mujeres en Arquitectura”.