Una mujer fantástica en la ciudad

13 de Marzo 2018

Por Gonzalo Cáceres. Académico Instituto de Estudios Urbanos

Una mujer fantástica (Lelio, 2017) es una película santiaguina. Lo es, desafortunadamente, porque Santiago es una ciudad segregada y la película procesa esa característica explícitamente. La conclusión, a la que arribo después de estudiar la espacialidad del film, supone que los desempeños situacionales de los protagonistas pueden ser interpretados longitudinal y contextualmente. Más que un fondo pasivo, los ambientes de acción en Una Mujer Fantástica siguen una lógica realista hasta configurar una ficción verosímil que tiene lugar en Santiago o, mejor dicho, en fracciones de la ciudad.

En el Santiago que Lelio nos propone, rivalizan los parientes de Orlando (Francisco Reyes), el empresario textil fallecido, y Marina (Daniela Vega), su pareja transexual. La tensión se amplifica y admite extrapolaciones. En este punto, Una Mujer Fantástica puede ser entendida como una crítica a la elite criolla. El cuestionamiento sobrevuela la narración, pero desborda del clímax negativo que acontece durante la escena del plagio. Pero, ¿por qué estamos discutiendo una película como si fuera la película?

Una película santiaguina

Una mujer fantástica protagoniza la conversación pública. Enorme mérito para un film que se volvió popular por una vía diferente a la convencional. Favorecida por la crítica internacional, su recepción colectiva reduce la indiferencia a mínimos sorprendentes. Miles, sino millones de personas, han visto el largometraje o están prontos a visionarlo. Todo hace presumir que la cantidad de espectadores solo se incrementará.

La contundencia del relato visual se actualiza en una multitud de aspectos sobresalientes. Guion, actuaciones, producción, audio, montaje, fotografía, música, arte, pero también ambientes de acción o locaciones. Una fracción importante de las facetas con que la película seduce y conquista, descansa en los exteriores seleccionados para escenificar una historia tenida por verosímil.

Los lugares estereotípicos con que el cine convencional ha representado tradicionalmente Santiago, apenas figuran en el largometraje si la observamos con detenimiento. El didactismo que en ocasiones subsidia la comparecencia de edificios y plazas, eminencias y cauces, es un expediente mayormente desestimado en el film. Pero, ¿el giro espacial que nos propone Sebastián Lelio permite reconocer Santiago hasta preguntarnos por su sociedad o es que, por el contrario, su objetivo era representar una ciudad genérica lastrada por la intolerancia?

Sostendré que Una Mujer Fantástica es profundamente santiaguina, aunque las razones que permiten validar esa afirmación poco tengan que ver con la sumatoria simple de lugares o establecimientos identificables. Sin desmerecer lo idiosincrático que puede representar para la cultura urbana de la ciudad un restaurant de comida oriental, un baño turco o un hotel, mi interpretación atiende más al conjunto de exteriores que a la pluralidad de interiores. En este punto y si pudiéramos geo-localizar algunos de los ambientes de acción adoptados para el film, ¿qué sentidos buscan comunicar esas locaciones o una fracción de ellas?

Una geografía no tan imaginaria

La progresión de la película acontece en días sucesivos. Esa regla se observa incluso cuando las alegorías son apeladas. Hacia el final del film, la temporalidad se hace menos predecible y experimenta una dilatación incalculable. Los ambientes de acción también reconocen patrones. Al igual y como acontece en el retrato confeccionado por otras producciones cinematográficas, la elite criolla se desenvuelve casi exclusivamente en un área de la ciudad. Su actuación está constreñida a un circuito y cuando se traslada, casi siempre lo hace en vehículos privados. La protagonista, por el contrario, se desenvuelve en más medios de transporte (Transantiago, taxi) y frecuenta el centro de la ciudad por motivos laborales, gastronómicos o culturales.

Vistas morfológicamente, Providencia y Las Condes son las comunas donde se concentran las locaciones. Ambas, eso sí, detrás de Santiago, y ambas por delante de Recoleta. Casi en su totalidad, las comunas del Este de la ciudad son domicilio de situaciones menoscabantes que Marina padece tan pronto fallece Orlando. Como si fuera una estigmatización, la violencia simbólica se precipita contra ella. La retahíla de agresiones es persistente y transita desde lo verbal hasta culminar el daño físico.

En la clínica, la protagonista es objeto de escrutinio y hasta denunciada por un médico. Cerca de un conocido centro comercial, una patrulla de carabineros la detiene con extrema diligencia. En el departamento de Orlando –Providencia- un hijo del occiso la acusa de un robo imaginario que él supone que forma parte de la conducta privada de Mariana. En el Parque Providencia, la protagonista recibe una llamada que la indispone. La coreografía líquida de la fuente de agua no amortigua la descortesía que el hermano de Orlando le propina telefónicamente. El plagio, que acaba en el centro de la ciudad, pero que se produce junto a una torre de oficinas, apenas dispara reacciones. Aunque la protagonista corre y grita, nadie la socorre. El circuito suma dos agravios adicionales. El que ocurre en la iglesia donde se va a producir la misa de difuntos y el que acontece en el subterráneo de un edificio corporativo tan solitario como guarnecido. Que Lelio haya elegido una calle del complejo Nueva Las Condes para que Marina comience a maldecir, no parece tan casual.

La sistematicidad del agravio y su exhaustividad espacial, podrían apurar interpretaciones precipitadas. Confundir a la familia del empresario con el conjunto de la elite es una derivada que, con todo, Lelio se cuida de cultivar intensivamente. Algo parecido ocurre con reducir todo el barrio alto a una sola condición social. Sin perjuicio de los matices, sería un error desconsiderar la crítica a la elite que la película parece movilizar. Sin que engrose la lista de películas contra el 10%, Una Mujer Fantástica puede ser enlistada en varias nóminas. En este punto, las locaciones escogidas probarían una característica que, examinada espacialmente, adquiere un carácter corroborativo. Aunque no es cierto, a veces los lugares hablan.

· Para ver la geo-referencia de las locaciones utilizadas en Una Mujer Fantástica, puedes seguir el siguiente link que ha elaborado el Observatorio de Ciudades de la Universidad Católica de Chile:

+ Fotografía: T13