La difícil búsqueda de los edificios más antiguos de Chile
¿Quiere tocar los muros más viejos de nuestro país? A una semana del Día del Patrimonio, tratamos de dilucidar cuáles son las edificaciones más antiguas que permanecen hasta hoy en pie. Una tarea difícil de realizar en forma exhaustiva, por los cambios y reconstrucciones a través de los siglos, pero varios expertos nos entregan aquí sus propuestas y criterios.
Por Elena Irarrázabal Sánchez.
Encontrar en Chile edificios que sobrevivan del siglo XVI y XVII es una misión compleja. Y más difícil es buscar alguna construcción que haya resistido intacta el paso de los siglos. “Sobreviven fragmentos de edificios y la mayor parte corresponde a arquitectura eclesiástica. A estas obras, en las que se materializan las más profundas convicciones espirituales, se destinan los mayores esfuerzos y recursos. La vulnerabilidad de las construcciones se vincula a nuestra condición telúrica. También la precariedad de medios y la ausencia de profesionales de la arquitectura durante el período colonial conspiraron contra la perdurabilidad de las edificaciones”, explica el arquitecto y académico de la Universidad de Chile, Antonio Sahady.
¿Cómo se pesquisa cuán antiguo es un edificio? “Las dos fuentes principales son los documentos y el análisis en terreno. Documentos que consideran mención o descripción en libros, archivos, planos y dibujos, cartografía, fotografías, etc. El análisis en terreno incluye desde carbono 14 hasta la lectura estilística del lugar”, señala el director del Museo Andino, Hernán Rodríguez. El arquitecto Lorenzo Berg añade que los métodos constructivos aportan información muy relevante.
Por estos factores, los edificios más antiguos se tornan en verdaderos “rompecabezas”, con agregados de distintas épocas, materiales y estilos. “La mayoría de los edificios aprovechan o complementan construcciones anteriores y evolucionan, por lo que es fácil encontrar diversas lecturas para una misma arquitectura. Tras una fachada modernista de la primera mitad del siglo XX puede haber una casa neoclásica del XIX y, al fondo, una cocina o patio de servicio del XVIII”, dice Rodríguez.
Según Emilio de la Cerda, director de la Escuela de Arquitectura de la UC, esta sumatoria de elementos no es, en sí misma, un elemento negativo. Lo ejemplifica en el caso de la iglesia de San Francisco en la Alameda, que conjuga elementos que van desde el siglo XVI hasta el XIX. “En sí misma es un palimpsesto, un testimonio de cuan complejo es, en materia de patrimonio, utilizar la idea de ‘lo original’. ¿Tiene menos valor la iglesia actual por haber sido sometida a una serie de cambios? Creo que no, muy por el contrario, este proceso la vuelve una pieza compleja, un texto histórico en sí mismo que vale la pena ser leído. Este proceso de suma constante de valor en patrimonio es un concepto fundamental”.