Educadora de párvulos y dos diseñadores de la Universidad Católica crearon un modelo para lograrlo: El espacio físico puede convertirse en un educador más dentro del jardín infantil

22 de Agosto 2016

Un sistema que se está probando en más de 20 establecimientos, permite que profesores y niños creen espacios que favorecen la exploración e interacción

Fuente: El Mercurio / Créditos: MAFA UC

Por Paula Leighton N., El Mercurio

Lo primero que llama la atención al entrar a la “sala MAFA” de un jardín infantil es que no existen las clásicas mesitas y sillas de colores brillantes, que por décadas han dejado su sello en las aulas de educación parvularia chilenas.

En su reemplazo hay un mobiliario de madera natural que sus creadores prefieren llamar “soportes”, porque en realidad están lejos de ser muebles. Entre los 13 soportes hay cubos de madera pequeños y livianos, que los mismos niños voltean para usarlos como asiento o como mesa, o los mueven por la sala para armar un vagón del Metro, un mall, una biblioteca, una torre o lo que dicte la imaginación.

Hay también un “triángulo trepador”, que los niños usan para encaramarse o resbalarse, y que de un momento a otro se convierte en un puente, una cueva o un castillo. En otro triángulo, con su interior espejado hay niños que pasan largo rato viendo sus juguetes o su propio reflejo multiplicado hasta el infinito.

Tres niñas juegan en una mesa de luz poniendo trozos de papel volantín cuyos colores se mezclan y en la “mesa sensorial”, que incorpora dos recipientes de acrílico, se puede jugar con agua y conchitas, mezclar barro o hacer crecer flores y hierbas. Otro soporte, bautizado espontáneamente por los niños como “silloncito”, sirve para sentarse con un amigo, acurrucarse con un libro, convertirlo en mesa o ensamblarlo con otros para construir casitas, refugios, un teatro de títeres o el escenario de un “Festival de Invierno”.

Los soportes son el pilar más visible del sistema MAFA (Modelamiento del Ambiente Físico de Aprendizaje). Este sistema, desarrollado en Chile con financiamiento de Fondef, rescata el espacio físico del jardín infantil como “el tercer educador”, después de la familia y los maestros, explica Cynthia Adlerstein, educadora de párvulos y académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica.

Ella, junto a Patricia Manns y Alberto González, diseñadores de la misma universidad y docentes de sus escuelas de Diseño e Ingeniería, respectivamente, son los creadores del sistema que se está probando de forma experimental en 12 jardines infantiles de la Junji y 10 de la U. Católica.

“El nuevo paradigma que proponemos es entender que los ambientes físicos de aprendizaje no son solo mobiliario y equipamiento. Son también un territorio de prácticas sociales y educativas que les permiten a los niños tener un aprendizaje profundo y significativo”, profundiza Adlerstein.

Habitantes

Los soportes, construidos en forma interdisciplinaria, recogiendo la experiencia de educadoras en sala y de los diseñadores, están pensados para crear interacciones, favorecer el juego y la exploración, el movimiento y la creatividad, describen los autores en el libro “Pedagogías para habitar el jardín infantil” (Ediciones UC), lanzado el jueves pasado y donde dan a conocer el sistema MAFA y la experiencia de niños y educadores que lo están implementando.

Adlerstein destaca que “buscamos empoderar a los niños como habitantes y cocreadores de su espacio junto a los educadores, en contraposición a la visión adulto-céntrica de la sala tradicional”.

Para eso, un segundo pilar del modelo es una versión a pequeña escala de todos los soportes que hay en la sala. Con la mediación de las educadoras, los niños los usan para planificar qué quieren hacer en su sala con los soportes reales. En este proceso deliberan, negocian y opinan. “En esta interacción entre niños y adultos surgen ideas como convertir la sala en biblioteca o en Metro. Es ahí donde comienzan realmente a habitar su espacio y apropiárselo”, dice Patricia Manns. Esto, plantean los autores, genera aprendizajes profundos y significativos.

El tercer pilar del modelo es la aplicación móvil MAFApp, una comunidad -mezcla de Instagram y muro de Facebook- donde las educadoras y técnicos documentan con fotos y textos lo que hacen los niños. “Esto invita a una evaluación súper activa en el aula y nos permite interactuar y compartir con otros jardines MAFA experiencias y ejemplos reales de lo que hacen nuestros niños”, dice Alejandra Godoy, directora del jardín infantil San Joaquín, de la UC. 900 niños han pasado por salas MAFA en los 900 días que lleva el proyecto.

Cobertura
Puente Alto, Renca, Cerro Navia, Huechuraba, Santiago, Ñuñoa, La Granja, Peñalolén, Macul y San Joaquín, en la Región Metropolitana; y Valparaíso, Viña del Mar, Quillota, Olmué y San Felipe, en la V Región, son las comunas con jardines infantiles MAFA experimentales.

Visiones diversas
Si bien valoró la propuesta MAFA, en una mesa redonda sostenida durante el lanzamiento del libro, la subsecretaria de Educación Parvularia, María Isabel Díaz, destacó que difiere de la visión crítica y escéptica de los autores sobre los ambientes físicos de aprendizaje de los jardines actuales. “Si bien hay distancia entre el currículum diseñado y el implementado”, reconoció, “hace más de una década, en las bases curriculares de educación parvularia el espacio educativo es concebido más allá de lo físico y espacial y promueve la participación en la orientación de su espacio y la activa colaboración para que lo sientan más propio y cercano”.