Presidentes para las ciudades justas

14 de Septiembre 2016

Por Roberto Moris, académico IEUT-EARQ y director del OCUC, La Segunda Desatada la carrera presidencial, cabe preguntarse si en este contexto de reformas la Agenda de las Ciudades verá la luz en un futuro próximo. Cuando el país se está replanteado el modelo de desarrollo y buscando maneras de abordar sus altos niveles de inequidad, parece pertinente […]

Por Roberto Moris, académico IEUT-EARQ y director del OCUC, La Segunda

Desatada la carrera presidencial, cabe preguntarse si en este contexto de reformas la Agenda de las Ciudades verá la luz en un futuro próximo. Cuando el país se está replanteado el modelo de desarrollo y buscando maneras de abordar sus altos niveles de inequidad, parece pertinente preguntarse si las temáticas urbanas tendrán un espacio real en la próxima discusión programática.

Como hemos visto antes, los programas de gobierno han segmentado las iniciativas urbanas tal cual se ejecutan las políticas: sectorialmente, sin el reconocimiento de la ciudad como unidad objeto de políticas públicas.

Con buenos ojos se puede ver la modificación de la Ley General de Urbanismo y Construcciones que establece un sistema de aportes al espacio público aplicable a los proyectos de construcción. Esta iniciativa del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano avanza hacia una necesaria planificación y gestión integrada de las ciudades. Este ajuste establece nuevas reglas del juego para la relación entre proyectos inmobiliarios y la planificación urbana, incluyendo mitigaciones y planes de infraestructura. Se ha dicho que con esto se podrá tener una mejor planificación, pero esto será una ilusión si el resto de las iniciativas requeridas para la planificación integrada no se implementan con convicción. Si en el próximo gobierno no se logra instalar este tema de manera relevante, seguiremos avanzando en el segundo o tercer plano de las políticas públicas.

Puede sonar ingenuo, pero aún hay espacio para que alguno de los presidenciables asuma que gran parte de los problemas de la población se dan en el territorio. Una mirada integral y estratégica que integre las acciones del Estado permitiría abordar demandas relacionadas a la salud, la educación, la calidad de vida, la democracia, y la igualdad de oportunidades. Por otro lado, el instalado malestar se ha venido demostrado en actividades masivas en el espacio público, que parece ser entendido sólo como el contexto de las manifestaciones, y no como manifestación del tipo de sociedad que hemos construido.

Aún es posible que los candidatos vislumbren que las políticas urbanas no se construyen solo con viviendas sociales en las periferias, con la entrega de títulos de dominio de segunda vivienda, ni con la activación de espacios públicos. La presión ciudadana por transformaciones estructurales podría ser un incentivo para enfrentar de una vez las patologías urbanas chilenas. Las ciudades no serán mejores ni más justas con intendentes elegidos si no se cuenta con los instrumentos y recursos necesarios. Es clave que el Estado ocupe toda su batería de acciones bajo una visión de desarrollo que promueva la equidad. Si los presidentes del futuro no lo internalizan, seguiremos por el rumbo actual.