Seis de cada diez comunas del país no cuentan con un plan regulador actualizado

17 de Octubre 2016

Urbanistas señalan que se deben perfeccionar los mecanismos para modificar las normativas en un plazo más acotado. Además, el Consejo de Desarrollo Urbano advierte que la proyección territorial sigue siendo un problema

Por Manuel Valencia, El Mercurio

Iquique cumplió 35 años con el mismo plan regulador. El instrumento que actualmente rige la capital de Tarapacá se refiere a una ciudad que hoy no existe, la de 1981, cuando poco más de 100 mil habitantes residían en casas de baja altura, y vivían el naciente auge de la -entonces- nueva Zona Franca.

Un recuerdo lejano a la urbe de hoy, que roza los 200 mil habitantes y luce un borde costero atestado de edificios sin ninguna regulación de altura. Esta densificación acelerada, a partir de los 90, se expresa, además, en cotidianos tacos que desbordan las pequeñas avenidas.

El origen de este déficit radica en la compleja tramitación de los planes reguladores. Hoy la aprobación de los instrumentos se extiende por siete años, un período que excede una administración municipal de cuatro años.

“Cuando están cerca de concordar en un instrumento, un cambio de administración altera los acuerdos y muchas discusiones vuelven a fojas cero”, explica el urbanista de la UC Luis Fuentes [IEUT].

Este problema es extensivo a otras 114 comunas que trabajan en la tramitación de planes reguladores. Otras 87 recién los formulan y 10 ni siquiera tienen normas para sus territorios: Camarones, General Lagos, Camiña, La Cruz, Quilaco, Frutillar, Mallín, Hualaihue, Buin y Antártica.

Así, de las 346 comunas de Chile, solo 135 poseen un plan regulador vigente, que realmente dé cuenta de una ciudad actual.

Avances territoriales

Pese a la brecha, la renovación de planes se ha ido acelerando a partir de 2002, con la creación de un programa de actualización de instrumentos de planificación territorial. Asimismo, con un programa de asistencia implementado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) que ha permitido colaborar técnicamente con municipios para tramitar con más rapidez los instrumentos.

“La planificación de la ciudad ha ido adquiriendo más importancia en el común de las personas. Cada vez más saben qué es un plan regulador, porque todos los días se ven afectadas, porque las ciudades empiezan a mutar de una ciudad baja a una que crece. Hay muchas decisiones que empiezan a operar en la vida cotidiana de las personas que refieren al instrumento de planificación territorial”, afirma la ministra de Vivienda y Urbanismo, Paulina Saball.

Para la secretaria de Estado, esta proximidad de los ciudadanos con la regulación ha hecho cambiar los planes reguladores y los ha vuelto más cercanos.

“Hoy inciden en la propia vida. Por lo tanto, que facilitemos la forma de decisión, de actualización de ese instrumento, pasa a ser un tema más ciudadano de lo que era, pero también económico porque muchas actividades están reguladas por él”, añade.

“Los planes reguladores son claves para la comunidad, porque regulan las condiciones de uso de suelo. En general, los ciudadanos manejan poca información de ellos. Muchos compran propiedades sin saber si estas tienen, por ejemplo, afectaciones o efectos en sus vidas. Tampoco la comunidad participa o se informa cuando se modifican. Por eso, se requiere facilitar y tener más iniciativas de los municipios para educar a las personas, porque de lo contrario se dan conflictos”, señala Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura de la U. del Desarrollo.

El presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, Luis Eduardo Bresciani [EARQ], observa espacios para perfeccionar estos instrumentos, con el propósito de que no inhiban densificaciones o destruyan barrios.

“La planificación del crecimiento urbano sigue siendo uno de los principales problemas urbanos y deberes que no pueden eludir un municipio y su alcalde. Aunque los planes reguladores han jugado ese rol por décadas, hoy se encuentran en crisis, debido a su debilidad para armonizar por sí solos las demandas de mejoramiento urbano con la necesidad de crecimiento y densificación propia de nuestras ciudades. Esto solo podrá ser resuelto con mejores procesos de participación, que anticipen los conflictos, y un mejor diseño urbano que integre necesidades diversas”, afirma Bresciani.