Memoria y encuentro
Por Ignacio Sánchez D., Rector PUC en carta al director de El Mercurio Señor Director: La semana pasada, en el campus Lo Contador de la UC se realizó una ceremonia de memoria y encuentro. Se recordó al profesor Leopoldo Benítez Herrera, director del Departamento de Arquitectura entre 1969 y 1973, realizándose una ceremonia en que se […]
Por Ignacio Sánchez D., Rector PUC en carta al director de El Mercurio
Señor Director:
La semana pasada, en el campus Lo Contador de la UC se realizó una ceremonia de memoria y encuentro. Se recordó al profesor Leopoldo Benítez Herrera, director del Departamento de Arquitectura entre 1969 y 1973, realizándose una ceremonia en que se le dio su nombre a una importante sala de clases.
A la luz de su ejemplo e impronta, los estudiantes seguirán desarrollando el conocimiento de la disciplina, a la que el profesor Benítez le dio vida como alumno primero, y luego como docente, en una labor a la que dedicó su pasión, bajo su particular mirada y aporte. Con entusiasmo y convicción, él sostenía que “el problema de la docencia se ha transformado de un transmitir conocimiento para el hacer mejor del educando, a transmitir el cómo conocer para el mejor hacer”.
Su estudio de la arquitectura lo llevó a desarrollar su trabajo con un fuerte compromiso social, que buscaba favorecer el encuentro comunitario en un entorno apropiado para ello. Participó en la reforma universitaria en la UC y su labor docente se enfocó al servicio del desarrollo de una arquitectura que privilegiara lo social y respondiera a las necesidades de los chilenos a través del desarrollo de viviendas sociales y rurales. Sus cualidades artísticas también las canalizó a través de la pintura y del dibujo.
En torno a su memoria, ese día nos reunimos junto a su viuda, hija y familiares, algunos de sus compañeros de trabajo, alumnos que compartieron sus sueños y proyectos, junto a la comunidad universitaria UC que lo recuerda y admira. Estos sueños se vieron dramáticamente truncados con su asesinato en los días posteriores al golpe militar de 1973.
En la intimidad de este encuentro que nos reunió resonaban las hermosas palabras que escribiera su madre luego de su trágica muerte: “Un eximio dibujante quien impactó nuestro espíritu con una vida a ritmo de vértigo, la mano tendida en gesto fraterno, el tierno ademán, la actitud modesta, el aire indefinible del artista, ser de extraordinaria calidad humana y múltiples facetas”. La UC lo recuerda y le rinde un merecido homenaje que perdurará en las futuras generaciones.