Licitación del Transantiago
Por Felipe Delgado; Patricia Galilea; Ricardo Giesen; Juan Carlos Herrera; Ricardo Hurtubia; Mathias Klapp; Homero Larraín; Hans Löbel; Juan Carlos Muñoz; Juan de Dios Ortúzar; Sebastián Raveau; Luis Rizzi; Hugo Silva, Académicos del Departamento de Ingeniería de Transporte y Logística, Pontificia Universidad Católica de Chile, en carta al Director de El Mercurio Señor Director: Dentro de […]
Por Felipe Delgado; Patricia Galilea; Ricardo Giesen; Juan Carlos Herrera; Ricardo Hurtubia; Mathias Klapp; Homero Larraín; Hans Löbel; Juan Carlos Muñoz; Juan de Dios Ortúzar; Sebastián Raveau; Luis Rizzi; Hugo Silva, Académicos del Departamento de Ingeniería de Transporte y Logística, Pontificia Universidad Católica de Chile, en carta al Director de El Mercurio
Señor Director:
Dentro de poco se presentarán las bases para una nueva licitación de los operadores de buses de Santiago. Como especialistas del área, y sin dejar de valorar lo propuesto hasta ahora por las autoridades, creemos que los siguientes puntos son fundamentales para una mejora del sistema y deben ser incorporados en los futuros contratos con estos operadores.
Primero, a los buses del sistema se les debe garantizar condiciones adecuadas de operación. Es imprescindible proveer la infraestructura necesaria: estaciones intermodales, paraderos bien equipados y dignos y, sobre todo, vías exclusivas debidamente fiscalizadas. Para esto último, sugerimos incluir cámaras en los buses que permitan detectar y reportar vehículos particulares infringiendo el uso de estas vías.
Segundo, el pago a los operadores y el financiamiento general del sistema deben estar orientados a garantizar la calidad del servicio y la sustentabilidad de la operación. Esto exige diseñar una fórmula de pago a los operadores estructurada en torno a los kilómetros recorridos, pasajeros transportados y calidad del servicio ofrecido. Este es un equilibrio difícil de determinar y debe incorporar claros incentivos en cuanto a regularidad de la frecuencia y control de la evasión.
En tercer lugar, es necesario eliminar barreras de entrada, en particular las asociadas a la posesión de terminales, y flexibilizar el mercado de los operadores. Así, se debería permitir que en caso de mala gestión, sea posible quitar recorridos a un operador para entregarlos a otro más eficiente. Además, los terminales deberían ser administrados por agentes distintos a los operadores, a fin de permitir el reemplazo de quienes no cumplan con sus obligaciones. Aunque es una inversión relativamente importante, el Estado debería adquirir un conjunto amplio de terminales, para arrendar a quienes se adjudiquen la operación de los buses.
Es importante destacar que estas y otras propuestas servirán de poco si el futuro sistema no tiene la capacidad de fiscalización y administración necesaria. Para esto es fundamental que la Dirección de Transporte Público Metropolitano reciba las atribuciones, recursos (materiales, pero sobre todo humanos) y autoridad necesarios para una adecuada gestión y planificación del sistema de transporte público de una ciudad tan compleja como Santiago.