Calidad de vida en las ciudades de Chile

13 de Mayo 2017

El índice se confeccionó considerando condiciones laborales, socioculturales, de conectividad, de ambiente de negocios, de salud y medio ambiente, y de vivienda y entorno…

Por Editorial El Mercurio

El Índice de Calidad de Vida Urbana 2017, elaborado por la Cámara Chilena de la Construcción y el Núcleo de Estudios Metropolitanos de la Universidad Católica, arrojó resultados indicativos de cuánto se ha ido modificando la vida urbana en las diferentes ciudades del país, conforme este se ha ido desarrollando, y de acuerdo con la manera en que las distintas urbes han podido aprovechar esa tendencia y sus atractivos naturales.

El índice se confeccionó considerando condiciones laborales, socioculturales, de conectividad, de ambiente de negocios, de salud y medio ambiente, y de vivienda y entorno. Sus resultados indican que Santiago está bajo el promedio nacional de 42,9 puntos, obteniendo tan solo 40,5 -con gran disparidad en sus distintas comunas-, y que el ranking lo encabeza Punta Arenas, entre las ciudades intermedias, con 68,4 puntos, y el eje Puerto Montt-Puerto Varas, entre las áreas metropolitanas, con 50,8 puntos. Varias de las comunas de la Región Metropolitana, al interior de la ciudad de Santiago, quedaron entre las peor evaluadas, de un total de 96 ciudades consideradas en el estudio. Zonas metropolitanas como el Gran Valparaíso, Gran Concepción y Coquimbo-La Serena escoltaron a Puerto Montt-Puerto Varas en el ranking .

Todo ello muestra que el tradicional centralismo santiaguino, arraigado durante décadas, comienza a romperse de manera natural, producto del surgimiento en distintas regiones de ofertas culturales, de salud e infraestructura, entre otras, y el desarrollo de actividades productivas aprovechando sus riquezas naturales.

Adicionalmente, el surgimiento de las capas medias en los últimos treinta años ha permitido, a crecientes grupos de personas, cambiar su lugar de residencia, dado el mejor poder adquisitivo que han alcanzado y el crecimiento del mercado de viviendas que lo facilita.

Esto sugiere que la creencia generalizada de que la descentralización debe ser impulsada desde el centro, con políticas públicas que lo incentiven -mediante el aplanamiento de las tarifas energéticas, por ejemplo-, puede ser un error. El crecimiento económico y la consiguiente mejoría de los salarios que eso conlleva, así como la buena calidad de vida que las ciudades regionales ya exhiben, son mejores impulsores de la movilidad habitacional que los intentos que la autoridad quiera imponer para dirigirlos centralizadamente.

Otra razón más para que el país retome la senda de dinamismo económico, que, por lo demás, es el que ha permitido a las regiones alcanzar esa calidad de vida, como el mencionado índice refleja.