FADEU comunica sensible fallecimiento del Arquitecto PUC, Carlos Huidobro

17 de Agosto 2017

El Arquitecto Carlos Huidobro, Arquitecto PUC, trabajó en importantes obras de viviendas, y fue socio de la oficina de Héctor Valdés y Fernando Castillo Velasco, a la cual en 1953 se incorporó Carlos Bresciani, adoptando el nombre con el cual ha sido reconocido en el ámbito nacional e internacional (BVCH).

BVCH lideró por muchos años el escenario de la arquitectura chilena del movimiento moderno —en particular el de la vivienda— durante los años 50 y 60, con obras icónicas del capítulo latinoamericano del movimiento, incluyendo la Unidad Vecinal Portales (Villa Portales), la Unidad Universitaria UTE (actual Universidad de Santiago) y las Torres de Tajamar —junto a Luis Prieto Vial—, convertida en la construcción más alta de Chile por más de una década.
“BVCH: La construcción de una oficina”, extracto del texto de Fernando Pérez:


El origen más remoto de este equipo se encuentra en los primeros años de la década de 1940, cuando Fernando Castillo (1918) y Carlos García Huidobro (1918) comienzan a abordar encargos de arquitectura aún antes de recibir su título. Algunos provenían de la familia de Fernando Castillo quien, desde muy joven, demostró una notable capacidad de gestión. Esta llegaría a ser un elemento fundamental en el desarrollo de BVCH. La invitación a Héctor Valdés (1918), compañero de escuela ya titulado, a incorporarse a esta naciente oficina, les evita recurrir a otros profesionales para firmar oficialmente sus proyectos. Es así como nace Valdés Castillo Huidobro (VCH), que desarrolla su actividad y alcanza un prestigio considerable durante la década del 40 y buena parte de la del 50.


Los tres socios de la oficina pertenecían a una misma generación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica. Más aún, provenían de un mismo colegio: el Liceo Alemán. Compartían por tanto lazos personales y afectivos, amén de una formación común que muy probablemente facilitó en una medida importante el funcionamiento de la oficina. En la escuela, arquitectos como Emilio Duhart, Mario Pérez de Arce o Alberto Cruz, todos egresados en los primeros años de la década del 40, habían sido compañeros y amigos. Se trata por tanto de una generación que ha dejado una huella perdurable en el medio arquitectónico chileno. Situándolos en un contexto más amplio, esta generación coincide con la de arquitectos como Isidro Suárez y Jaime Bendersky, formados en la Universidad de Chile.


VCH recibe principalmente encargos de vivienda y participan en concursos a fin de conseguir encargos de más envergadura. De especial significación es el concurso que ganan para una piscina y club en Rocas de Santo Domingo en 1945. En el balneario diseñado por la oficina de Smith Solar y Smith Miller, con quien Héctor Valdés había estado vinculado profesionalmente, ya habían realizado una serie de viviendas de veraneo a través de las cuales van afinando un cierto lenguaje arquitectónico. La piscina-club, que combina bóvedas de hormigón y mamposterías de piedra como también volúmenes regulares y formas orgánicas, constituye el primer encargo de equipamiento y escala mayor que recibe y construye la oficina. La propuesta para la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile no logra imponerse en el concurso de 1950, y los envuelve en una sonada polémica al disentir del jurado que lo otorga al proyecto más bien clásico de Juan Martínez. El del Aeródromo de Tobalaba, que sí ganan en 1953, no llega a realizarse.


En 1947 Fernando Castillo construye para sí mismo una pequeña pero célebre vivienda de planta libre y paneles interiores móviles en la calle Simón Bolívar, en el sector oriente de Santiago. Los encargos de viviendas unifamiliares continúan y la oficina adquiere una cierta maestría en este campo, que la lleva a realizar algunas obras notables que permanecerán como clásicos del período: la Casa Ravera (1953), las casas para Santiago (1955) y Orlando Mingo (1957), la Casa Santos (1959) o la Casa Pérez Donoso (1961). En todas ellas se ensayan formas de ocupación total del terreno e interrelaciones entre espacios interiores y exteriores que exploran diversas formas de patios. Por otra parte, el equipo había desarrollado varios edificios de oficinas, entre los cuales el Edificio Holanda (1954) constituirá un logro particularmente destacable por su innovación en la implantación y la racionalidad con que se desarrollan los departamentos, alcanzando los 20 metros de altura, la máxima permitida por la Municipalidad de Providencia en ese momento.


La incorporación de Carlos Bresciani a principios de los años 50 aparece como una asociación circunstancial para abordar proyectos mayores, varios de ellos asociados a la ciudad de Arica, en la frontera norte del país. Como parte de una política del gobierno del Presidente Carlos Ibáñez del Campo, la ciudad había sido declarada puerto libre y era objeto de planes especiales de desarrollo que la proveerían tanto de conjuntos de vivienda como de equipamiento. Es así como desarrollan la Población Chinchorro (1955), la Población Estadio (1956) y el Casino (1960), además del propio estadio de Arica que se constituirá en una de las sedes del Mundial de Fútbol del año 62. Bresciani vendrá también a incorporarse a proyectos de vivienda como el Conjunto Matta Viel (1954-1955), y hará una contribución muy significativa a la Unidad Vecinal Portales (1954-1964) que pondrá decididamente a la oficina en la escena internacional.


Bresciani era algunos años mayor que sus socios. Había nacido en 1910 y por tanto les llevaba unos ocho años. En su generación se puede ubicar, entre otros, a arquitectos como Roberto Matta, en la Universidad Católica, y Juan Borchers y Enrique Gebhard, en la Universidad de Chile. Había adquirido un prestigio sólido en su trabajo asociado al arquitecto Jorge del Campo y era reconocido por su particular talento como proyectista, lo que sin duda le valía el respeto de sus socios más jóvenes a pesar del trato fluido e igualitario que parece haber predominado entre los socios de BVCH. Así, hay diferencias significativas entre un Bresciani que se había movido con facilidad entre una obra abiertamente de vanguardia como la Maestranza Central de Aviación, casas neocoloniales y templos neo tradicionales, como la Catedral de Linares y la Iglesia de El Bosque en Santiago, y la filiación moderna de sus tres jóvenes socios.


De esta forma, en una fórmula muy curiosa y durante varios años, la oficina desarrolló paralelamente proyectos firmados por tres socios (VCH) -principalmente viviendas unifamiliares- y otros firmados por cuatro, incorporando a Bresciani (BVCH). El desarrollo de políticas de viviendas incluyendo las EMPART -sociedades formadas por la Caja de Empleados Particulares y empresas constructoras- y posteriormente la Corporación de la Vivienda (CORVI), les permitieron también abordar en conjunto proyectos para la ciudad Santiago. El más significativo fue la ya mencionada Unidad Vecinal Portales, no sólo por su importancia arquitectónica y su difusión internacional, sino además porque se trata de un proyecto que evidencia una notable capacidad de gestión. En efecto, inicialmente se trataba de tres encargos menores asignados a también tres diferentes sociedades EMPART. La oficina consigue convencer a arquitectos y empresas constructoras de realizar un solo gran proyecto, que tuviese un impacto y una significación igualmente mayor para la capital. El encargo posterior de la sede de la Universidad Técnica del Estado (1957-62) en un terreno vecino dará a este conjunto una significación todavía mayor.


Teniendo en cuenta la importancia de los proyectos que desarrollaban y la fluidez que habían alcanzado como equipo, es en 1959 que deciden terminar con el paralelismo de dos sociedades en una misma oficina, comenzando a abordar todas las obras como BVCH. Es lo que ocurre cuando reciben un encargo de la relevancia de la Torres de Tajamar (1962-66). Fueron invitados por Luis Prieto, en asociación con la oficina Bolton, Larraín y Prieto, que les permite hacerse cargo del diseño. En rigor, entonces, la actividad de BVCH en su máxima expresión se limita a aproximadamente seis años.
Durante ese periodo, el más intenso de BVCH, tienen la oportunidad de enfrentar desafíos vinculados tanto a nuevos programas como a su inserción en geografías muy caracterizadas. Es lo que muestran las hosterías que construyen para HONSA (Hotelera Nacional S.A.) en Chañaral (1960-61) y en San Felipe (1960). La búsqueda de una interpretación arquitectónica de la geografía y las condiciones climáticas es particularmente evidente en la primera, como lo había sido en las obras de Arica. Un esfuerzo similar puede detectarse en el volumen neto pero poroso y matizado del Servicio de Seguro Social en Antofagasta (1960-61), hoy lamentablemente desaparecido.


Las múltiples voces, aunque también los múltiples intereses de la oficina, se manifiestan en una oscilación constante entre la contención y el rigor de formas puras y la libertad de aproximaciones más orgánicas que tanta relevancia adquirirían hacia fines de la década del 50. Proyectos como la Casa Echeverría (1961-62) o La Villa Brasilia (1961-62), con sus formas anguladas y su geometría libre, aluden no sólo a una sensibilidad más orgánica, sino también a la exploración de nuevas formas de agrupación de viviendas dando especial relieve a espacios públicos comunes.


La elección de Eduardo Frei Montalva como Presidente de la República en 1964 alejará a Héctor Valdés de la oficina, llevándolo a la Sociedad Constructora de Establecimientos Educacionales primero y a la vicepresidencia de la Corporación de la Vivienda, posteriormente. Fernando Castillo había comprometido parte de su actividad en la alcaldía de la comuna de La Reina, pero su elección como rector de la Universidad Católica en 1967 lo apartará definitivamente de la oficina. Así, encargos como las torres para la Remodelación San Borja (1967-1970) son asumidos por Carlos Bresciani y Carlos García Huidobro, el socio que da mayor continuidad a la oficina. Diversas circunstancias hicieron aconsejable incorporar la tecnología de la prefabricación en determinados elementos de este proyecto. Al hacerlo, no sólo se participaba en lo que constituyó uno e los objetivos más ampliamente compartidos entre los arquitectos del periodo, sino que se imprime a la plástica misma de las torres la impronta de esta técnica, al subrayar la presencia de elementos individuales y producir con ellos una serie de alternancias rítmicas que distinguen a estas construcciones en el conjunto.


La sorpresiva muerte de Bresciani, en 1969, es un golpe definitivo para la existencia de BVCH. Héctor Valdés vuelve a trabajar brevemente con Carlos García Huidobro una vez abandonadas sus obligaciones públicas, pero de hecho la oficina deja de funcionar como tal en los primeros años de la década de 1970.