“En Chile existe una cultura arquitectónica muy potente y se valora la calidad de los espacios bien diseñados”

30 de Agosto 2017

Felipe Correa es Arquitecto, profesor Asociado y Director del programa del Magister de Diseño Urbano del Harvard Graduate School of Desing (GSD), donde además lidera la red de investigación South America Project. Además, es socio de Somatic Collaborative, una plataforma de colaboración proyectual en torno a la arquitectura, el urbanismo y el paisaje, que ha realizado diversos proyectos y consultorías en el ámbito público y privado en ciudades como Sao Paulo, Ciudad de México y Quito, entre otras.

Estuvo en Chile, invitado por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Universidad Católica, para sostener diversos encuentros y charlas con Académicos, y alumnos de pre y posgrado, intercambiando ideas y experiencias sobre el desarrollo de las ciudades en Latinoamérica.
Entre reuniones y charlas, Correa se dio tiempo para conocer y opinar sobre aquellos temas urbanos que se han posicionado en el debate público durante el último tiempo. ¿Cuáles son las claves para la correcta densificación en altura? ¿Cómo abordar el dilema entre ampliar los límites urbanos de las ciudades o crecer en altura? El impacto de leyes como la de Aportes al Espacio Público y de Transparencia del Mercado de Suelos, y cómo ha evolucionado la política habitacional en Chile son algunos de los temas abordados con Correa, un Arquitecto cuya experiencia es valorada en el mundo entero.

¿Cómo ves el desarrollo de la Arquitectura y la cultura urbana que hay en Chile?


Chile es un país muy interesante. Existe una cultura arquitectónica muy potente y hay una sociedad que valora mucho el diseño y la calidad de los espacios bien diseñados. Desde esta perspectiva, Chile tiene no solo un legado importante, sino también una producción arquitectónica contemporánea muy relevante.
Desde un punto de vista urbanístico, Chile, y específicamente Santiago, tiene momentos muy interesantes dentro de la ciudad. Tal vez el valor del proyecto urbanístico hoy podría elevarse un poco más, ya que la mayoría de los proyectos de valor arquitectónico siguen siendo enfocados en edificios específicos y creo que se podría avanzar a una escala un poco más intermedia de proyectos urbanos.
Un ejemplo importante sería la recuperación del río Mapocho, como un proyecto urbano y paisajístico; la reorganización de ciertas estructuras de movilidad que hoy por hoy podrían pensarse de otra manera; y creo que la introducción del metro dentro de la ciudad abre posibilidades para asociaciones público-privadas que pueden dar pie a nuevos modelos de desarrollo inmobiliario en relación al transporte público.


¿Qué países de Latinoamérica son para ti ejemplos en esta materia?


En todos los países hay ejemplos urbanísticos buenos y malos. Sin embargo, creo que hay ciudades que tienen un legado de proyecto urbanístico muy importante. Sao Paulo (Brasil), por ejemplo, es una ciudad donde visiones urbanas siempre han sido importantes en relación con el desarrollo de la ciudad; también una ciudad más nueva como Medellín (Colombia) ha dado un salto muy importante sobre el valor de las actuaciones urbanas en relación a esquemas de política urbana más extensos, donde el proyecto urbanístico es, hasta cierto punto, la punta del iceberg de una operación urbana más compleja.


En Chile se produjo hace un par de meses una controversia pública por proyectos de construcción en altura (Guetos Verticales en Estación Central, permisos de construcción revocados en Santiago, etc.). ¿Es la densificación en altura, per se, un mal camino para el desarrollo de las ciudades o es un modelo que, bien realizado, es un aporte al desarrollo?


Este es un tema muy interesante. Hay una diferencia fundamental entre densidad y verticalización. Hay ciudades muy verticales que son muy poco densas, como Sao Paulo (Brasil). Es importante entender que la densificación viene en una gran cantidad de formas urbanas, y es importante entender esa densificación en relación a tipologías urbanas y la calidad de vida que pueden ofrecer. Es decir, hay ciertos elementos urbanos que la densidad ofrece que las viviendas suburbanas o unifamiliares no pueden ofrecer, como también hay ciertos elementos que las viviendas unifamiliares ofrecen que la densidad no puede ofrecer.
Lo interesante para mí es encontrar un balance entre distintas densidades. No hay un modelo absoluto en cuanto a la densidad perfecta al cual las ciudades deban atenerse, sino que hay diferentes modelos de densidad que ofrecen diversidad de estilos de vida, y mientras esos modelos ofrezcan un promedio de densidad más elevado se desarrolla una ciudad más compacta y sustentable.


El 90% de la población en Chile vive en zonas urbanas y el debate se sitúa precisamente en cómo van a seguir creciendo nuestras ciudades…¿ampliando límites urbanos o densificando en altura?

Es un tema que todas las ciudades en el mundo están confrontando. Es importante, cuando hablamos de crecimiento urbano, tener claros dos elementos: primero, hasta qué momento esa extensión en escala deja de ser útil en el contexto urbano, y yo creo que deja de ser útil cuando la relación entre centro y periferia es tan extrema que se pierde gran cantidad de capital humano, por cosas como, por ejemplo, la cantidad de horas que pasa la gente en el transporte público, lo que reduce fuertemente el nivel de productividad. Segundo, tenemos que hablar de ciudades poli nucleadas, en donde trabajo, vivienda y ocio no siempre estén relacionadas al centro y periferia. La idea de ciudades dormitorio ubicadas en la periferia y el trabajo ubicado en el centro de las ciudades va a colapsar.

¿Cómo se compatibiliza esto con una institucionalidad pública que aún no ha avanzado hacia lógicas de áreas metropolitanas o hacia la generación de la figura, por ejemplo, de alcaldes mayores?


Es un tema político muy común. Las decisiones tienen que tomarse a escala metropolitana, pero nuestras estructuras administrativas en Latinoamérica en su mayoría son a escalas de ciudad o comunal, lo que genera un conflicto enorme.


Es importante que todas las unidades gubernamentales generen un colectivo importante para poder re prensar las infraestructuras de transporte, y muchas de las ciudades grandes de hoy viven del legado de las infraestructuras de la mitad del siglo XX, que eran pensadas en una modalidad mono funcional, desconectadas del contexto de la ciudad. Hoy hay que replantearse este mecanismo y generar modelos de inter modalidad, para que el transporte público sea más eficiente, lo que para mí es muy importante.


En este sentido, ¿hay un modelo “madre” que permita que convivan armónicamente el transporte público, el peatón, el ciclista y el transporte particular?

Es importante no tener ideologías absolutas. Por ejemplo, en los años 50 todo el mundo abogaba por la movilidad privada y en todas las revistas de arquitectura y urbanismo se mostraban estas autopistas del futuro, que terminaron siendo los grandes problemas de hoy. Y hoy todo el mundo odia los autos y todos quieren volver al transporte público. Los extremos son problemáticos. Debemos pensar en modelos que permitan diversidad de métodos de transporte. La movilidad privada no va a desaparecer y la movilidad pública nunca va a satisfacer el 100% de la demanda. Si logramos que convivan armónicamente, persiguiendo que el transporte público vaya paulatinamente disminuyendo el volumen del transporte privado ya es un buen camino, sin pensar necesariamente que se eliminen el uno al otro.


Uno de los temas abordados con estudiantes en tu visita es la relación entre ciudad, ruralidad y territorio mixto. A principios de 2017 tuvimos los incendios forestales más atroces del último tiempo que arrasaron con zonas mixtas, rurales y peri urbanas de tres regiones del país. ¿Hay alguna forma de lograr una planificación territorial que nos permita responder mejor ante estos eventos?


Los bordes urbanos son un tema muy complicado. Las ciudades se siguen expandiendo y estos bordes reciben presiones muy fuertes.
Es muy difícil desarrollar políticas fijas que permitan el control de estos bordes. Hay modelos más factibles que otros, y muchos tienen que ver con la regulación del suelo y con la definición de los usos de estos suelos. Quito, por ejemplo, que tiene una geografía similar a la de Santiago, ha designado los bordes montañosos como parques nacionales, con programas específicos y un uso adecuado, evitando el fenómeno de la “tierra de nadie”. Es decir, cuando hay un suelo donde no se hace nada, corres el riesgo de que sean invadidos o tomados. Si se definen claramente los usos de estas zonas es más fácil desarrollar políticas de contención urbana, y ello permitirá responder mejor ante este tipo de fenómenos, porque los procesos de reacción se pueden llevar a cabo de manera más planificada desde el territorio.


Recientemente en nuestro país se aprobó la Ley de Aportes al Espacio Público, que establece que los proyectos inmobiliarios mitiguen los impactos urbanos que generan en su entorno directo, y determina que los proyectos inmobiliarios construidos en altura cumplan con la obligación de ceder terrenos para vialidad, equipamiento y áreas verdes. ¿Qué opinión te merecen instrumentos legales como éste?


Estos modelos se usan generalmente para generar espacios de uso colectivo y son muy bienvenidos. Más allá de estar o no de acuerdo con leyes como ésta, es muy importante diferenciar entre política pública y calidad de diseño, porque como ley puede ser muy clara y bien trabajada, pero puede darte resultados espaciales muy pobres. Por ello, es importante que este tipo de leyes vengan de la mano con requisitos y estándares de calidad para los espacios públicos y colectivos que permitan que los desarrolladores simplemente no dejen espacios residuales en la ciudad y que exista una lógica de cómo se van agregando estos espacios para que el conjunto sea siempre más valioso desde el punto de vista urbano que desde la mera suma de sus partes.


Las universidades y la Academia en general tienen mucho que aportar en este punto, en términos de concientizar sobre porqué es importante pensar y diseñar bien las ciudades de una vez, y no pagar caro el hecho de hacer mal las cosas al principio e ir arreglándolas a lo largo de los años.


Otro proyecto que se está tramitando actualmente en el Congreso Nacional es la Ley sobre Transparencia de los Mercados de Suelo, ¿qué opinión te merecen estos instrumentos?


Estas leyes son importantes, porque controlar la especulación es muy relevante. Lo que sí se debe cautelar es el balance perfecto para que la ley no acabe con el mercado inmobiliario. Las ciudades históricamente han sido construidas con capital privado, y es muy importante entender que sin este esfuerzo las ciudades no avanzan.
Hay distintas maneras de poder regular, y una de ellas tiene que ver con disponer impuestos adecuados que permitan, por un lado, que el negocio inmobiliario siga siendo favorable, y que, por otro, generen recursos también para invertir en otras zonas y proyectos urbanos que no generan ese nivel de retorno.


La política habitacional en Chile evolucionó durante los últimos años hacia la generación de conjuntos habitacionales socialmente integrados, y se ha establecido un instrumento permanente conocido como Programa de Integración Social y Territorial, donde dialogan el Estado, el sector inmobiliario privado y la banca. ¿Qué opinión te merecen este tipo de instrumentos?


Es un paso que está muy bien. Uno de los problemas más graves que tienen las ciudades Latinoamericanas es que la vivienda social es un modelo económico y financiero, que segrega completamente a los sectores más pobres, poniéndolos a todos juntos en proyectos que tienen un ingreso promedio muy parecido y, generalmente, situados en zonas periféricas de las ciudades.


Todo proyecto que diversifique e integre genera mejor ciudad. Me parece una experiencia muy interesante y de la cual muchas otras ciudades y países podrían aprender. Me interesaría, eso sí, conocer cómo el proyecto provee infraestructuras sociales en relación a estos usos mixtos, porque hay que resguardar aspectos como la conectividad y criterios de localización que permita a las familias, sobre todo a quienes provienen de los sectores más vulnerables, acceder a servicios como por ejemplo el acceso al transporte público, educación, salud y otros. Me parece un modelo muy interesante. Justamente, a través de mi oficina, estamos desarrollando un proyecto similar en Porto Alegre (Brasil), y parte del proyecto es generar también espacios de uso mixto. Este modelo mata también el mito de no poder mezclar distintos segmentos socioeconómicos en América Latina. Creo que generar esta mixtura social es muy saludable para las personas y para la ciudad.


¿Cuál es para ti el modelo de ciudad ideal?

Mira, para mí la ciudad ideal es la ciudad actual que podemos mejorar. Creo que debemos aterrizar más todas las ideas contemporáneas sobre la ciudad ideal, sobre todo en términos de discurso urbanísticos. Creo que el gran desafío de hoy para arquitectos y urbanistas es mejorar nuestras ciudades desde las condiciones actuales, más allá de pensar en ideales.