Debate sobre Ruinas Modernas marcó seminario internacional

13 de Agosto 2019

Más de un centenar de asistentes dieron vida al Seminario Internacional “Ruinas Modernas”, instancia que fue organizada por el Centro del Patrimonio Cultural, en conjunto con el Magíster en Patrimonio Cultural, el Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos UC y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos UC; con la colaboración del David Rockefeller Center for Latin American Studies de Harvard University.

El evento, que contó con el apoyo de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Católica, a través de su programa de financiamiento a Reuniones Científicas organizadas por académicos, tuvo por finalidad avanzar en la reflexión sobre el fenómeno de las ruinas modernas en la arquitectura, el urbanismo y el arte, con énfasis en la dimensión patrimonial. Por ello, se planteó como actividad de inauguración del Curso del Magíster en Patrimonio Cultural y del Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos ADU4116 “Las Ruinas Modernas en la era digital”, que dictará la profesora Celeste Olalquiaga, y que estará abierto a todos los estudiantes de postgrado de la UC, como parte de la malla integrada de postgrado.

Los oradores y charlistas del seminario fueron la misma profesora Celeste Olalquiaga (PhD, historiadora cultural especializada en la modernidad); Jon Beasley-Murray (Doctor en Estudios Culturales. Profesor asociado de Hispanic Studies, Department of French, Hispanic & Italian studies, University of British Columbia. PhD de la Universidad de Duke); Liliana de Simone (Doctora en Estudios Urbanos, Magíster en Desarrollo Urbano y Arquitecta UC); y la invitada internacional Giuliana Bruno, Doctora en Estudios Visuales, Emmet Blakeney Gleason Professor of Visual and Environmental Studies, Harvard University.

Presentaciones

La profesora Olalquiaga fue la encargada de abrir la jornada, con una presentación que transitó por distintas ruinas de la arquitectura en distintas partes del mundo (Chile, Venezuela, Bulgaria y otros).

“Hay una noción clásica de la ruina que siempre nos permite identificarla, pero hay distintos tipos de ruinas, como otras que considero como ruinas pasmadas, que tienen distintos usos, y permite ver una relación con el tiempo que no tiene que ver con que se esté cayendo a pedazos, sino con procesos de desuso progresivo en el tiempo, con abandono paulatino y por eso pienso que hay que mantenerlas en su estado natural, porque cuando se borran los restos de una ruina se pierde también parte de la historia que nos permite relatar y contar la historia y el contexto en el cual se construyeron estas edificaciones”, aseveró Olalquiaga.

Beasley – Murray, por su parte, sostuvo que “en general mi acercamiento al tema de las ruinas va un poco en contra de la mayoría está haciendo en este sentido”, agregando que “mi propuesta está en una perspectiva alternativa que ve la ruina como parte de un proceso continuo de olvido, por lo que es necesario desde mi perspectiva distinguir entre la ruina, el objeto por decirlo así, y los procesos que conducen a su arruinamiento, que son dos cosas distintas y dos objetos de estudio distintos”.

Beasley – Murray afirmó, además, que “el arruinamiento es, entonces, un poder de transformación, porque si no vemos las ruinas a nuestro alrededor perdemos la costumbre de verlas”.

Los caracoles como ruinas modernas

Liliana de Simone plantea que los caracoles, típicos de las zonas altamente densas y comerciales de Providencia, Santiago Centro y Ñuñoa en la década de los 70 y 80, pueden ser hoy concebidas como ruinas, no por un tema material o arquitectónico, sino porque han perdido su trascendencia urbana y cedido terreno como infraestructuras que reúnen a las personas a las grandes tiendas y al fenómeno del “Shoping Mall”.

De Simone sostuvo que “durante los 60 y 80 Chile emergió como un laboratorio arquitectónico basado en la geometría espiral, que tuvo impactos sobre la sociedad y la cultura de consumo en el país, y la condición ruinosa estos caracoles les ha permitido, de alguna manera, subsistir en medio de un progreso social ascendente, congelados, como espacios de subcultura en medio de una intensa mercantilización de la ciudad neoliberal”.

Además, de Simone advirtió que “los caracoles se han convertido en cuerpos zoombie, alienados en el mercado transnacional, y han quedado colonizados por las subculturas de lo abyecto”, argumentando, además, que “esta arquitectura espiral utilizada como fórmula comercial se plasmaron en una creatividad grande hacia el contexto urbano, organizando una vida urbana alterna para el comercio y el encuentro, funcionando como una realidad en sí misma, mientras el espacio público afuera permanecía tomado, sitiado y militarizado”.

Giuliana Bruno

“La sociedad actual está definida por las superficies en general”, sostiene Bruno, lo que, por supuesto, “debe ser complementado con otros análisis que debe requerir mayor profundidad y atender no solo su aspecto físico, sino también investigación social, contextos históricos y procesos culturales”.

No obstante, Bruno reivindica las superficies como el alma de todo objeto o infraestructura (incluidas las ruinas. De hecho, hay una clara referencia a esta materia en su libro “Superficies: sobre estética, materialidad y medios”, editado en 2016, donde sostiene que “en una cultura marcada por la virtual y rápida sucesión de los nuevos medios, ¿qué lugar le damos a la superficie, la expresión misma de una sustancia física? Un espacio límite entre el mundo interno y externo, un umbral que separa lo visual de lo táctil, la superficie es también y, sobre todo, un lugar de relaciones materiales”.

Agrega, además, que “para descubrir la materialidad de las imágenes que pueblan lo contemporáneo y comprender su alcance, se vuelve indispensable explorar el espacio de estas relaciones y la forma en que están mediadas a través de superficies que adquieren las características de una piel, un vestido una pantalla de cine o un lienzo, hasta los monitores que dominan nuestra vida diaria. Seguir el hilo de estos encuentros significa revelar la textura que conforma lo visual y comprender que la imagen no es un simple elemento bidimensional, sino algo poroso, una piel que absorbe el tiempo, un lugar donde las formas de memoria pueden materializarse y de transformación, un dispositivo que conecta las dimensiones distantes del espacio-tiempo”.

Así, para Bruno, el aspecto físico de las ruinas y su apariencia es tan importante como su contexto y su impacto en las civilizaciones, en la ciudad y en los distintos territorios, por cuanto reivindica la apariencia y el aspecto como un distintito relevante a la hora de abordar una ruina como objeto de estudio.

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA
JUAN ANDRÉS INZUNZA

FOTOGRAFÍAS
OMAR FAÚNDEZ