Mary Dee Vargas, la estudiante de arquitectura que se divide entre proyectos y tatamis

22 de Agosto 2019

Es sabido que estudiar arquitectura es un camino apasionante, lleno de desafíos y muy gratificante para quienes ven en el mundo construido un área de desarrollo profesional, como también es conocido que se trata de una carrera que demanda mucha entrega, sacrificio y tiempo de trabajo.

Si a ello se le agrega el hecho de que no se cuenta con todo el tiempo para dedicarle, sería lógico suponer que la tarea se pondría muy cuesta arriba. Sin embargo, hay quienes congenian el estudio de esta disciplina, con una ascendente carrera en el deporte de alto rendimiento.

Es el caso de Mary Dee Vargas, de 22 años, cinturón negro de Judo y reciente ganadora de la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, quien cursa actualmente su tercer año de arquitectura en la Universidad Católica.

A su corta edad, ya se explaya con experiencia y sabiduría. Tal vez sea por el rigor que caracteriza a los deportistas de alto rendimiento, o, tal vez, porque su disciplina, junto con ser un deporte, es un arte marcial de defensa y protección personal, lleno de tradición, que cultivaron miles de años atrás los guerreros Samurai del Japón feudal y que en el siglo XIX se formalizó como un deporte nacional nipón.

El equipo de Comunicaciones de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos quiso saber cómo Mary Dee Vargas enfrenta el desafío de ambos mundos. De paso, aparecen en la conversación diversas artistas, sobre el rol del Estado chileno con los deportistas de alto rendimiento; qué metas vienen en adelante; y qué consejos le entrega a los más jóvenes una Judoka que a sus 22 años ha recorrido el mundo, y que día a día se divide entre proyectos y tatamis.

Mary Dee, ¿cuándo comenzaste a practicar Judo?

Comencé a los 5 años, porque mi padre me introdujo en este deporte y arte marcial, ya que él era judoka (practicante de Judo) universitario también en el norte del país, y quiso transmitir esta disciplina de una manera familiar.

La verdad como era tan pequeña entré sin objetivos claros. Los objetivos eran más de mis padres, y tenían que ver –como me di cuenta más tarde- con formar una buena persona, fomentar el deporte, la disciplina y el valor del respeto en sus hijos.

Deportes olímpicos hay muchos, pero solo hay tres artes marciales en esa categoría: el Judo (Japón), el Karate (Japón) y el Taekwondo (Corea). ¿Tiene algo más especial o un valor agregado el hecho de que el deporte que practicas tenga raíces marciales?

Así es. Sin desmerecer ningún deporte, porque todos los deportes son beneficiosos para las personas, el Judo tiene un trasfondo marcial japonés que lo hace único. Es un arte milenario, y de hecho entiendo que la ONU lo ha calificado como uno de los mejores deportes para niños del mundo, porque entrega valores muy necesarios para formar a una persona desde pequeña para la vida. Entrenar en los marcos del respeto, el honor, la disciplina y la lealtad tiene un trasfondo muy especial. Si pensamos que en Chile los índices de depresión y obesidad son tan altos, los deportes como el Judo logra cambiar la vida de las personas. Te hace evolucionar respecto de ti mismo, ya que es una herramienta para trabajar el autocontrol, los problemas de personalidad, mejora tu estado físico, y finalmente, a mi juicio, es un instrumento de transformación social.

¿Por qué te especializaste en Judo y no en otro deporte u otro arte marcial?

Tomemos en cuenta lo siguiente: el objetivo de la persona que creó el Judo (Jigoro Kano), al ser físicamente tan pequeño y disminuido, fue desarrollar un sistema de protección personal y un método de desarrollo personal y de tradición social.

El Judo te enseña autodefensa, mediante técnicas de proyección, desequilibrio y reducción de un oponente, y también respeto y disciplina. Los profesores (Sensei) para nosotros son todo, y eso tiene que ver con una forma de vida, de respeto a quien te enseña, de respeto a quien es tu compañero, respeto a quienes saben más que tú y también a quienes saben menos que tú.

Si bien es cierto, me defino como “deportista”, soy muy enfática en señalar que más que nada soy “Judoka”. Esto es, vivir día a día con una mentalidad distinta, de superación, de disciplina, de lidiar con tus frustraciones y tus aspiraciones, y yo creo que eso nos aporta mucho en la vida cotidiana. Por eso es tan importante que las personas practiquen un deporte como éste desde la infancia, porque aprendes desde pequeño a lidiar contigo mismo, entendiendo tus limitaciones, tus aspiraciones, tus miedos y tus habilidades. El Judo es, además, un deporte muy diverso, hay practicantes de todas las edades, de todos los países, de todos los estratos sociales, de todas las condiciones físicas. Es un todo.

Mencionaste que el Judo es una herramienta que ayuda en la vida cotidiana. ¿Cómo funciona esa relación?

Por supuesto. Es algo que aprendemos desde los inicios de la práctica. Independiente de todo el trabajo, sabemos que las posibilidades de un combate son ganar o perder, como en la vida misma. El deporte te hace trabajar duro, insistir y pasarte la vida tratando de mejorar y de superarte a ti mismo. Puedes ganar o perder, claro, pero lo que no puede pasar es que dejes de superarte y dejes de empujarte al máximo de tu rendimiento día a día. Esa no es una ley del deporte, sino una ley de vida, y eso para mí es fundamental.

Eso nos permite a los deportistas sostener el sistema de vida que llevamos. Entre tanto viaje, entrenamiento y poco tiempo familiar, aprendemos a superarnos a nosotros mismos y a lidiar con nuestras frustraciones y nuestros sueños, y podemos también ayudar quizás a quienes no tienen la disciplina que te entrega el alto rendimiento.

Podemos, por ejemplo, aconsejar a alguien y decirle “amiga/o, no te desanimes porque sacaste una mala nota en la universidad o porque tuviste un mail día, porque hay más días por delante y siempre está la oportunidad de mejorarse a sí mismo”.

Fracasar no es el fin del camino, es parte de un camino largo que hay que aprovechar para aprender de ello, pararse y salir adelante. Eso es Judo, como la vida misma.

Arquitectura

¿Y en toda esta vorágine deportiva y competitiva, cómo nace el gusto por la arquitectura?

La verdad, como muchos jóvenes de enseñanza media, no tenía muy claro lo que quería estudiar, a pesar de que siempre tuve habilidades para las artes, por influencia de mi padre. Además, durante la enseñanza media dejé de entrenar por algunos años por una lesión y estaba un poco a la deriva.

Mi primera opción era entrar a las Fuerzas Armadas, pero como había dejado de entrenar no estaba en condiciones físicas para ello. Luego retomé el Judo, comencé a entrenar para competir, en el Comité Olímpico, y me propuse retomar con todo mi entrenamiento para ponerme al día en materia competitiva. Volver a entrenar creo que me devolvió calma y balance en mi vida. Di la PSU y me fue muy bien, por lo tanto, tuve opción de elegir carreras, y estaba entre arquitectura e ingeniería. Finalmente opté por arquitectura y debo decir que fue de las mejores elecciones que he tomado en mi vida. Creo que caí en la mejor carrera que podría haber elegido.

Es una carrera que me encanta, me apasiona y me siento con la energía para cursarla y poder congeniar la exigencia que supone esta carrera con la demanda que significa también el ser una deportista de alto rendimiento.

¿Cómo es la realidad de una deportista de alto rendimiento como tú y cómo sientes que los ve la sociedad?

Es muy diferente a la realidad que vez afuera. Cuando viajas mucho ves que hay países que están mucho más avanzados en esta materia que nosotros. Es difícil explicarle a la sociedad chilena que eres deportista y explicar que quieres dedicarte a ello. Además, si bien es cierto yo adoro mi carrera y me fascina la arquitectura, es sabido que mis prioridades están en el deporte y la competición, y ello supone, por supuesto, horas de entrenamiento, dieta distinta a la del común de las personas, viajes, seminarios, perfeccionamiento, trabajar en mi condición física, competición y una serie de responsabilidades adicionales a las del común de las personas.

¿Y cómo haces para congeniar los estudios de arquitectura y la competición?

Las facilidades no son las adecuadas como país. Esto no es una crítica particular, sino una reflexión de lo que somos como sociedad. A veces las universidades no sienten que deben apoyar a deportistas porque muchas veces los mismos deportistas terminan no cumpliendo con su carga académica y con su rol de estudiantes, y eso es entendible, totalmente. Ganarse de nuevo esa confianza en la universidad fue muy complejo, y ahora recién, por ejemplo, los centros de alumnos están conscientes de las necesidades de los deportistas de alto rendimiento.

Pero, por ejemplo, en mi facultad, ha sido un apoyo al 100% de parte de mis profesores, de parte de las autoridades de la facultad y de parte de mis propios compañeros. Me dan facilidades de evaluación por materia de viajes y competencias, que puede ser dar mis pruebas y/o exámenes antes o después. En eso los profesores de arquitectura se han portado un siete conmigo. Pero como política de Estado para deportistas universitarios estamos un poquito al debe en el país.

¿Cómo te imaginas a futuro? ¿Ejerciendo la profesión o compitiendo y enseñando Judo?

Me gusta pensar que apuesto a que todo vaya creciendo conforme los tiempos de manera natural. En lo deportivo me ha venido todo muy rápido. Todo lo que hace algunos años veía muy lejos se me ha cumplido en cuatro años. Y en lo académico, mi primer objetivo es terminar mi carrera debidamente y luego el tiempo dirá. Estoy en un momento de mi vida en que debo aprovechar que tengo las ganas, la fuerza y la voluntad de lidiar con ambas cosas, por lo tanto, podríamos decir que estoy disfrutando al máximo esta etapa de mi vida. Más adelante veremos. Me gusta mucho la arquitectura, y ejercerla sería lo más lógico, luego de haberla estudiado. Por otro lado, el Judo ha sido parte de mi vida desde que tengo memoria, y, por ende, también sería bonito a futuro enseñar. El tiempo dirá.

¿Qué metas deportivas tienes en el corto plazo?

Hoy tengo que disfrutar la medalla de Bronce de Lima 2019, pero eso no me puede desenfocar de lo que viene. Lo primero es clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokyo (Japón) 2020, lo que es un sueño para todos nosotros los deportistas. Luego están los Panamericanos de Chile 2023, y entre medio nuestra disciplina tiene muchos torneos y eventos nacionales e internacionales y una va a los más que se pueda y a los que podamos asistir por un tema de apoyo financiero.

No me pongo metas en cuanto a medallas. Primero, tenemos que lograr clasificar a los juegos olímpicos, como primer paso. Luego, si uno pudiera soñar, para mí lo ideal sería clasificar a Tokyo 2020 y subirme al podio. Si es oro, plata o bronce, por ahora da igual, porque con el hecho de ir y dejarlo todo en el tatami y luchar cada combate como si fuera el último y tener la oportunidad de subirme al podio en unos Juegos Olímpicos sería un sueño.

¿Cómo se financian los deportistas de alto rendimiento en Chile?

Yo leí muchos comentarios de la gente un poco criticando al Gobierno porque los logros son nuestros como deportistas y no del mundo político, pero es muy necesario tener en claro que sin la subvención del Gobierno y del Comité Olímpico nada de esto hubiera sido posible, porque para que se sepa bien, yo hoy viajo y compito, gracias a la subvención estatal y al Comité Olímpico, lo mismo que los gastos de alojamiento y alimentación. O sea, para ser más precisa, sin esa ayuda nada de esto hubiese sido posible.

Ahora, lo que uno echa un poco de menos es que en Chile exista una cultura de formación deportiva. Una cosa es financiar a deportistas, obvio, pero ¿cómo logramos que el Estado fomente la formación infantil de deportistas de alto rendimiento? ¿Cómo nos convertimos en un país desarrollado en materia de formación de deportistas para el futuro? Eso parte por la enseñanza desde la infancia, en tener el respaldo y los profesionales y la infraestructura adecuada para detectar talento y fomentarlo desde la niñez, coordinado con auspicios del sector privado y otros, por supuesto, pero lo que sería muy bonito es que exista una política de Estado.

Piensa tú que el deportista de alto rendimiento tiene requerimientos distintos al común de la gente. Hasta la alimentación nuestra es distinta, el equipamiento que usamos, los traslados, los viajes diarios entre la casa, la universidad, los entrenamientos y otros. La política pública tiene mucho para madurar, y eso no depende de los gobiernos de turno, sino de una política de Estado que fomente la cultura deportiva y la ponga al mismo nivel de aquel que elija una carrera para estudiar y ser profesional, porque hay que recordar que los deportistas elegimos esto como estilo de vida y necesitamos que el Estado genere las condiciones para que uno pueda vivir de lo que ama. Hemos avanzado mucho, pero quizás en este tema falta.

¿Qué mensaje le darías, quizás, a los más jóvenes que están leyendo esta entrevista y que están comenzando a tomar decisiones en sus vidas?

Leí una vez algo muy lindo: “cada uno lucha sus propias batallas y lucha contra sus propios demonios”. Si algo puedo recomendar es luchar cada batalla como mucho positivismo. Uno debe predicar con el ejemplo. Un deportista debe ser un ejemplo de superación y de sentirse bien y realizado con lo que hace. Hoy, sobre todo con el auge de las redes sociales, es muy fácil aparentar estar bien, pero un deportista de alto rendimiento no debe aparentar estar bien, sino ser feliz, aceptar lo que hace como lo mejor que le pudo haber ocurrido en la vida y con ello será un ejemplo aún sin querer serlo.

Yo soy una persona muy realizada con lo que he hecho en mi vida. Ha sido difícil, sí, pero esta carrera del deportista de alto rendimiento está llena de gratificaciones. Si me permito un consejo, tomaría este dicho famoso que reza “el que quiere puede”, pero agregaría el trabajo, es decir, yo diría más bien: “el que quiere, y trabaja duro 24/7, puede”. Tenemos que fomentar, sobre todo en los niños, que el trabajo duro es lo que te dará resultados en la vida, y que cada uno deberá luchar siempre por lo que quiere, porque nada viene de regalo en la vida.

Los sueños son bonitos, pero si no trabajas por ellos, no llegarán solos. El trabajo y la constancia te darán siempre la satisfacción del trabajo bien hecho. Eso es una ley de vida.

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA
JUAN ANDRÉS INZUNZA