Felipe Irarrázaval se suma como Postdoctorante al Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales

22 de Enero 2020

A través de una alianza implementada en 2018 con el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, COES, se incorporará al Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la UC, a partir de marzo del presente año, el Postdoctorante Felipe Irarrázaval.

Irarrázaval es geógrafo y magíster en Ciencia Política de la Universidad de Chile, y Doctor en Geografía Humana de la Universidad de Manchester, UK, con la tesis “Global Production Networks and the Extractive sector: Natural Gas rents and regional economic change in Bolivia and Peru”, investigación que abordó la relación entre la industria del gas natural, el Estado y la política subnacional, y cómo la geografía de la distribución de renta del gas natural refleja la capacidad de grupos locales para redefinir la gobernanza de los recursos naturales.

El área de investigación que aportará Irarrázaval tiene que ver con el estudio de la geografía de la renta extractiva y las desigualdades territoriales y los conflictos por la renta del cobre en Chile y Perú.

Recién retornó a Chile desde UK el 18 de diciembre pasado desde su Doctorado, aterrizando en medio de un país convulsionado por las demandas sociales que han emanado con fuerza desde la ciudadanía desde octubre. Irarrázaval sostiene que la academia debe estar “al servicio de la ciudadanía y de la sociedad en su conjunto para ayudar a interpretar procesos y a colaborar con la concreción de soluciones que busquen el bien mayor”.

¿Qué te motivó a incorporarte como Postdoctorante al IEUT?

Lo primero es que yo trabajé acá mucho tiempo como asistente, por lo que conocía a muchos profesores y profesoras y la lógica del IEUT. Además, este instituto es de los más interdisciplinarios que hay en lo que respecta a centros académicos y/o de estudios de la ciudad y el territorio, lo que lo transforma en un espacio para crecer mucho profesional y académicamente en distintas materias.

¿Qué rescatas de la gestión del IEUT para emprender este desafío académico?

Es interesante cómo el Instituto se ha posicionado mucho en la opinión pública y en la masa crítica de investigadores, con participaciones más formales en la política pública, de manera muy presente en distintas instancias como el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo y otros organismos. Es bueno que el conocimiento generado penetre en la arena política. Finalmente, creo que ese debe ser el fin último, que le sirva a las personas y a la sociedad.

En el extranjero se estila mucho que las universidades y centros de investigación trabajen directamente en las políticas públicas con organismos internacionales, ello se produce de manea más natural que en nuestro país, por lo tanto, creo que lo que está haciendo el Instituto es muy interesante, en términos de masificar el conocimiento.

Vuelves a Chile en medio de un estallido nacional que ha levantado demandas sociales que la institucionalidad está recién comenzando a procesar. ¿Cuál crees tú que es el rol de la Academia, y en particular de los académicos abocados al estudio de la ciudad en este proceso?

El sector académico es un sector privilegiado por el tiempo que podemos utilizar para leer, investigar e informarnos. Lo que corresponde, creo, es que ese privilegio esté al servicio de la ciudadanía y de la sociedad en su conjunto para ayudar a interpretar procesos y a colaborar con la concreción de soluciones que busquen el bien mayor.

Nos enfrentamos, además, a una disyuntiva, planteada por lo rápido que están sucediendo las cosas a nivel social y no sé si como Academia estamos respondiendo a esos tiempos, lo que es un desafío mayúsculo para nosotros.

Ahora, los académicos que nos dedicamos a estudios urbanos y territoriales tenemos la ventaja de ser un poco una suerte de espejo de lo que está sucediendo, y de que nuestro objeto de estudio es el problema, pero también la solución. Las políticas territoriales pueden ser motores de desarrollo y también motores de generación de desigualdad, por lo tanto, más allá de elaborar respuestas a priori, o de fijar metas, es tiempo de ser cautos y democráticos en términos de escuchar las demandas emergentes, y con diálogo, ir construyendo caminos que nos conduzcan hacia soluciones que contribuyan a la justicia e igualdad territorial.