José Miguel Armijo: el arquitecto UC dedicado al diseño aeroespacial para la NASA

8 de Enero 2024

Si se revisa la prensa nacional, buscando el nombre de José Miguel Armijo (arquitecto y magíster en arquitectura UC), aparecerán titulares que seguramente llamarían la atención de cualquiera. “El chileno que diseña casas en marte”, tituló en una oportunidad radio Rock&Pop. Diario Financiero hizo lo propio con el titular “El arquitecto chileno que colabora en […]

Si se revisa la prensa nacional, buscando el nombre de José Miguel Armijo (arquitecto y magíster en arquitectura UC), aparecerán titulares que seguramente llamarían la atención de cualquiera.

“El chileno que diseña casas en marte”, tituló en una oportunidad radio Rock&Pop. Diario Financiero hizo lo propio con el titular “El arquitecto chileno que colabora en los nuevos proyectos de la Estación Espacial Internacional”, como también lo hizo radio Futuro: “Chileno diseña casas para futuros colonizadores de Marte”.

¿De qué estamos hablando? ¿Existen “arquitectos aeroespaciales” o, dicho de otra forma, arquitectos con especialidad en diseño aeroespacial? Podríamos decir que sí. Aún de manera incipiente, pero sí, los hay.

De alguna manera, los cómics, el entusiasmo de su padre por la ciencia ficción, el dibujo de superhéroes, soñar con el espacio, y la veta artística de sus hermanas y su madre probablemente inculcaron en José Miguel Armijo una inclinación natural a ver más allá, a empujar los límites de los moldes ortodoxos y a pensar de manera creativa e innovadora.

“Siempre tuve facilidad para las matemáticas y el dibujo. A los 17 años, sin tener aún muy claro qué quería hacer, entré a estudiar Arte a la Universidad de Chile, y al poco andar me di cuenta de que me faltaba profundizar más la parte científico-matemática, por lo que decidí dar las pruebas de admisión universitaria formal, además de dar pruebas específicas de dibujo, y entré a estudiar arquitectura en la Universidad Católica”, recuerda José Miguel Armijo.

En una distendida conversación, Armijo compartió con la Dirección de Comunicaciones FADEU su incursión en el mundo del diseño aeroespacial, su recorrido por el mundo y sus reflexiones sobre el futuro profesional de un área que plantea enormes desafíos para la humanidad.

¿Cómo fue tu vida universitaria?

JMA: Fue una época muy interesante y enriquecedora. Dentro de la carrera, si bien comencé a adquirir conocimientos más técnicos y matemáticos, mi paso fue más bien transgresor, en cuanto al uso de la arquitectura y los materiales al límite de su expresión.

¿Cómo así? ¿Tienes algún ejemplo?

JMA: Sí. Recuerdo un taller del profesor Sebastián Irarrázaval en el que se nos pidió hacer una maqueta de la materialidad que quisiéramos, y a mí se me ocurrió hacer una maqueta de caramelo, que es un material que puede variar en su forma y consistencia, por lo cual comencé a trabajar de lleno en softwares y producción digital para entender técnicamente los límites de la materialidad, para poder diseñar de otra manera, no solo rectangular, sino también por el lado más curvo, y para hacer eso había que aprender mucho de computación, y sin querer comienzo en esa época a desarrollar cierta expertise en los temas relacionados con la tecnología y los programas computacionales para el estudio de los materiales y el diseño.

Fue una bonita época para ti…

JMA: Sin duda. De hecho, al terminar mi carrera ingresé al magíster en Arquitectura (MARQ), aunque tenía posibilidades de trabajar, porque mi motivación estaba en enfocarme mucho más en las herramientas de diseño paramétrico, enfocado en proyectos complejos. Ahí me dieron muchas herramientas que expandieron mi visión, y además teníamos máquinas de producción digital y sin quererlo, de alguna manera, se consolida mi trabajo con la tecnología, en particular con mi proyecto de tesis que se transformó en un libro actualmente disponible en la Biblioteca, que aborda el diseño de fachadas de edificios con análisis de radiación solar, estructura y algoritmos que permiten analizar las vistas desde la fachada.

¿Y cómo se produce tu primer acercamiento al mundo del diseño aeroespacial?

JMA: Un profesor de la escuela me invitó a hacer una maqueta para el MOMA de NYC, con posibilidad de exponerlo personalmente ahí. Presenté, entonces, mi tesis ante muchos arquitectos y arquitectas.

Les gustó y me ofrecieron trabajo en una oficina de arquitectura. Me quedé trabajando ahí siete años, dedicado fundamentalmente a usar mis herramientas y algoritmos para el diseño de fachadas en torres altas, específicamente en medio oriente, lo que me llevó a radicarme dos años en Dubái para liderar varios proyectos en la Región (Kuwait, Arabia Saudí, Bahréin, y otros), enfocado 100% en el diseño de estas torres que, si nos fijamos bien, son como una gran nave espacial cerrada, que debe ser lo más eficiente posible en el manejo del aire, del agua, la estructura y minimizar los gastos de fachada con análisis energéticos. Todo esto gracias a las herramientas digitales disponibles al día de hoy.

Al volver a NYC, tengo una conversación con el CEO de la oficina donde trabajaba e implementamos una unidad para formar y capacitar a distintos profesionales del diseño en estas áreas, lo que me llevó a trabajar mucho más de cerca con los temas informáticos y de computación.

Paralelamente, con algunos compañeros de Universidad participamos en un concurso de la NASA para el hábitat marciano. Ese concurso me hizo clic, en términos de entender que ésta era una veta que me motivaba y que debía seguir. Era un proyecto para cuatro personas (astronautas), y consideraba el envío de la tecnología para construir allá (diseño y robótica), utilizando los recursos del entorno.

¿Cómo fue ese concurso?

JMA: Hubo una fase de diseño, luego una de prueba y al final estaba la fabricación del módulo. Presentamos en fase de diseño, avanzamos y quedamos dentro de los proyectos finalistas, luego de la participación de distintos países del mundo.

En la etapa de diseño teníamos muchas ideas presentadas. Este proyecto me hizo mucho sentido. Se mezclaba la arquitectura, el diseño, el espacio, mi niñez y la ciencia ficción, pero ahora aterrizada a la realidad, a la fabricación digital, a los algoritmos para medir energía y eficiencia y otros. Todo, de alguna manera, me hacía sentido.

En este momento de mi carrera me di cuenta de que la arquitectura aeroespacial era incipiente, que la industria está ampliamente dirigida por el mundo de la ingeniería, y que NASA está abriendo la incursión aeroespacial a muchas disciplinas como la medicina, el diseño, la biología, el derecho y otras.

Además, en esta nueva etapa de carrera espacial, NASA ha adquirido un papel de garante y organizador impulsando la empresa privada, es decir, contratando empresas para el desarrollo de nuevas tecnologías y, por ejemplo, el diseño de cohetes, lo que abre muchas posibilidades para el desarrollo del área.

¿Y actualmente sigues diseñando para NASA?

JMA: Si. Creo que la pandemia para mí fue una oportunidad para pensar. Reflexioné mucho y quise dedicarme como arquitecto al diseño aeroespacial, porque junta todo lo que me gusta. Buscando cómo incorporarme de lleno al rubro tenía dos caminos: estudiar o incorporarme a una compañía del área.

Quedé aceptado en el Máster en Ingeniería Aeroespacial en Georgia Tech, lo que fue un poco innovador porque me dijeron al principio que no se aceptaban arquitectos, pero por mi trabajo y la experiencia acumulada en la data, las tecnologías digitales y los algoritmos utilizados, les había gustado mi perfil. Quedé en ese programa que, además, era online, por lo tanto, fue muy cómodo porque al mismo tiempo quedé aceptado en la empresa Axiom Space (Houston), que es donde trabajo actualmente.

Esta empresa tiene un contracto con la NASA para hacer una estación espacial, y yo quedé trabajando como arquitecto aeroespacial a cargo del diseño de todo lo que es el interior de la estación, considerando todo lo que tiene que ver con los desplazamientos, iluminación y en general todos los servicios y sistemas de comunicación interna. De hecho, dentro de poco, en un par de años, el primer módulo que estamos diseñando va a ser enviado al espacio para ser ensamblado.

Por lo mismo me trasladé a vivir a Houston y me encuentro actualmente muy feliz trabajando en esta empresa, y en un proyecto que representa todo lo que es de mi interés como arquitecto y como diseñador aeroespacial.

¿Qué viene en para ti en el futuro profesional?

JMA: Tengo actualmente, además, el título de Ingeniero en mi trabajo, porque también estoy dedicado al proceso, la integración de los sistemas, y aplicando lo que he ido aprendiendo en mi formación profesional.

Me preguntan veces si me considero más arquitecto, ingeniero, diseñador o artista…no lo sé. Creo que más importante que aquello es definir bien qué es lo que quieres hacer en la vida y tratar de hacerlo bien, o lo mejor posible, y lo que viene es una interdisciplina muy fuerte, de vinculación entre muchas especialidades y disciplinas.

Algo motivante para mí sería aprovechar la tecnología aeroespacial y hacerla disponible para todos y todas, por ejemplo, la depuración del agua, el aprovechamiento de la energía solar y tantos otros temas que podemos abordar y hacerlo disponible a la población en general.

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Información periodística
Juan Andrés Inzunza

Créditos fotografías: www.josemiguelarmijo.com