Diario La Repubblica de Italia dedica portada a exposición de Hugo Palmarola y Pedro Alonso en DHub Barcelona

11 de Agosto 2025

La Repubblica, uno de los periódicos más importantes de Italia, dedicó la ultima portada de su sección mensual “Design” a la exposición “Cómo Diseñar una Revolución” en Disseny Hub Barcelona. Un reportaje profundo y agudo realizado por Silvana Annicchiarico, ex directora del Museo del Diseño de la Trienal de Milán, sobre el trabajo curatorial de los académicos UC Hugo Palmarola y Pedro Alonso junto a Eden Medina de MIT.

Traducción al castellano del artículo en La Repubblica / Design:

Sueño y represión de una revolución (Por Silvana Annicchiarico):

Los años setenta. En el Chile de Allende se intenta reescribir la modernidad no con el socialismo de las armas, sino con el de los proyectos. A ese período, dramáticamente interrumpido por el golpe de Estado de Pinochet, el Disseny Hub de Barcelona le dedica una sorprendente exposición que aborda el diseño gráfico e industrial como instrumentos de justicia social, emancipación cultural y redistribución del saber.

Fue un período, en medio de la Guerra Fría, en el que todo un país trató de imaginar el socialismo no como una imposición, sino como una invitación a reescribir la modernidad no con las armas, sino con el diseño. Esto ocurrió en Chile, entre 1970 y 1973, durante el gobierno democráticamente electo de Salvador Allende. Hoy, esa época revolucionaria, dramáticamente interrumpida por el golpe de Estado del general Pinochet el 11 de septiembre de 1973, es iluminada por una exposición que es, al mismo tiempo, exposición, acto político y gesto de memoria: How to Design a Revolution: The Chilean Road to Design, en el Disseny Hub de Barcelona del 1 de julio al 16 de noviembre (después de haberse inaugurado en Santiago de Chile en la conmemoración del golpe de Estado), con la curaduría llena de pasión de Hugo Palmarola, Eden Medina y Pedro Ignacio Alonso. Más de 250 piezas, entre originales y reconstrucciones, narran un proyecto colectivo sin precedentes, en el que el diseño gráfico e industrial fue pensado como un instrumento de justicia social, emancipación cultural y redistribución del saber. Ningún fetiche para las élites, ningún objeto decorativo. Solo artefactos cotidianos, pensados para mejorar la vida de las personas: cucharas dosificadoras para la leche en polvo, manuales para la alfabetización agrícola, tocadiscos, televisores, muebles para jardines infantiles, sistemas de señalización pública e identidades visuales para eventos deportivos internacionales. Objetos pequeños y grandes, con un objetivo en común: construir una sociedad democrática y solidaria, en la que el diseño no sea un privilegio sino un derecho. Ejemplar, en este sentido, es la sala de operaciones del proyecto Cybersyn, reconstruida por primera vez en su totalidad: un hexágono futurista con sillones giratorios, botones análogos y pantallas para la visualización de datos, todo diseñado para gestionar en tiempo real la red productiva del país. Una visión cibernética adelantada a su tiempo que combinaba ciencia, tecnología, diseño y gobernanza. En aquellos años, Santiago de Chile soñaba con el futuro.

“Un aspecto relevante de esta exposición”, nos dijo uno de los curadores, Hugo Palmarola, “es que las obras expuestas no son solo la representación de un momento histórico particular, sino que también son parte de lo que ese momento histórico hizo posible. Esto pone de relieve el papel fundamental del diseño como actor en los procesos históricos y como motor de cambio. “En este sentido”, continúa Palmarola, “los distintos capítulos en los que se articula la exposición son demandas transversales y significativas para el desarrollo de un país: cómo nutrir a los niños, cómo reducir la dependencia tecnológica, cómo construir una sociedad lectora, cómo promover la convivencia pacífica, etc. Muchos de estos problemas todavía están presentes en todo el mundo, por lo que la exposición también busca fomentar una reflexión sobre cómo abordar los desafíos del mundo contemporáneo a través del diseño”. En este sentido, How to Design a Revolution no se limita a documentar. Excava, evoca e interpela; recuerda a los protagonistas de aquel período (comenzando por Gui Bonsiepe, formado en la escuela de Ulm y alumno de Tomás Maldonado); restituye la voz de las mujeres diseñadoras que habían permanecido durante mucho tiempo en las sombras; trae a la luz los nombres borrados por la represión; honra la memoria de diseñadores que estuvieron en el exilio o fueron asesinados (como Santiago Nattino, que realizó todo el material gráfico para la formación de los campesinos en el contexto de la reforma agraria). Y nos recuerda que cada objeto tiene una genealogía política, cada imagen una voluntad de mundo, cada proyecto una idea de sociedad. How to Design a Revolution es también una lección de metodología curatorial. Sin nostalgia, sin esteticismo. Solo rigor filológico, trabajo de archivo y paciencia arqueológica. Es profundamente conmovedor que las piezas expuestas no solo representan una época, sino que la hicieron posible. Este diseño no es decoración, sino infraestructura social. No es forma, sino función ética.

En tiempos del neoliberalismo generalizado, de diseño de pasarela y de marcas vacías de significados, esta exposición es un contrapunto necesario. Porque nos recuerda a todos que otro diseño ha sido posible. Un diseño que no sirve solo al mercado, sino a toda la comunidad; que no produce estatus, sino sentido; que no diseña objetos, sino horizontes. Tras vivir la exposición How to Design a Revolution, no se sale con el entusiasmo de haber descubierto algo nuevo, sino con un profundo sentido de responsabilidad. La responsabilidad de comprender que también hoy (sobre todo hoy) diseñar significa elegir. Y que toda elección, si es realmente radical, es siempre también un acto revolucionario.

Artículo disponible también en la versión digital de La Repubblica / Design:

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